LA VIOLACION TAMBIEN ES ASUNTO DE HOMBRES
La violación es un acto sexual impuesto a una pareja que no
consiente. El método de imposición a menudo es violento aunque en muchos
casos se consigue por medio de amenazas, intimidaciones o abusos de
posición de poder. La agresión sexual es uno de los crímenes más
incomprensibles (Dynes, R.W., 1990).
En el caso de la violación
masculina ésta no es reconocida en el ámbito legal en muchos países
aunque se usan términos como “sodomía forzosa” o “abuso infantil” . El
caso de España es sintomático; hasta principios de los ochenta
legalmente un varón, incluso un niño, no era nunca violado y, hasta los
noventa, no se consideraba delito sexual las felaciones o tocamientos
hechos sobre varones a no ser que fuesen menores de edad, tipificándose
como un caso de estupro; figura jurídica usada para referirse a la
relación sexual con una persona menor de trece años, consienta o no la
víctima.
La violación masculina es un tema tabú en una discusión pública,
incluso para muchos/as simplemente no existe. A nivel popular abundan
las falsas creencias al respecto, siendo más comunes precisamente entre
la población masculina, así podemos oír cosas como que la violación
masculina es muy rara, sólo se da en las cárceles por causas de fuerza
mayor, ser violado indica que uno no sólo se lo ha merecido sino que
además le ha pasado por no ser un hombre de verdad, es decir, ser un
afeminado, que el violador es necesaria y exclusivamente homosexual de
forma que si uno es violado automáticamente se convierte en homosexual
también, y lo más importante; un hombre violado pierde su masculinidad y
hombría.
Un espejo donde se reflejan perfectamente estas ideas
son los relatos eróticos insertos en pornografía al uso en el mercado
donde el tema de la violación masculina es tratado como un medio para
castigar al hombre que se ha portado mal por algún motivo con su mujer o
grupo de referencia, siendo la violación el vehículo perfecto para que
él se sienta víctima y se arrepienta, de forma que la violación se
convierte también en vehículo de expiación de pecados o desviaciones del
sujeto. Por supuesto que cualquier consecuencia negativa se omite, y es
que “se lo merecía y le hizo mucho bien”.
No es extraño que
estas concepciones sumerjan en un aura de total humillación a la víctima
siendo raro que las víctimas, especialmente adolescentes jóvenes, lo
pongan en conocimiento de sus familias o amigos, y mucho menos a la
policía. De esta forma es uno de los crímenes más ocultos que se
cometen, siendo el estigma social un impedimento que recuerda a otros
delitos como pudiera ser el maltrato familiar o el incesto.
Esto
hace que muchas víctimas cuando salen de la cárcel se sientan casos
únicos, incomprendidos y solos y que odien llamar la atención sobre sí
mismos rechazando en consecuencia cualquier tipo de ayuda o tratamiento.
Este
círculo vicioso hace que no se demanden programas de tratamiento
específico para ellos, que no haya iniciativas de tipo legal al respecto
ni que estos delitos sean perseguidos estando así a salvo el agresor.
Tanto es así que se han dado numerosos casos en los que allanadores de
morada o carteristas violentos no sólo perpetran el robo sino que además
violan a la víctima para evitar que éste denuncie, quedando así impunes
ambos delitos.
La mayoría de los estudios efectuados en la década de los ochenta
(Porter, E., 1986) concluyen que tienen las mismas probabilidades tanto
las chicas como los chicos de ser candidatos a víctimas sexuales durante
su temprana adolescencia.
Sin embargo ya en la adolescencia
tardía y adultos el consenso de los investigadores desaparece y
generalmente se acepta que de los delitos sexuales cometidos en la
comunidad al menos entre uno de cada siete o cuatro casos incluyen como
víctima a un varón.
En EE.UU. una encuesta anónima efectuada por
el FBI reveló que un 25.9% de los encuestados eran varones, extrapolando
esto al censo de población se calculó estadísticamente que
aproximadamente 12300 violaciones se cometen contra varones cada año. Se
sospecha que estos datos son sólo la punta del iceberg dado que se
detectó una gran reactancia a completar las encuestas o ser
identificado.
Las investigaciones señalan como lugares más frecuentes para cometer
la violación de adolescentes en lugares apartados o descampados y en
coches, dado que muchos agresores aprovechan que sus víctimas hacen
autoestop . En el caso particular de España si hemos de hacer caso a la
casuística de los informativos es posible que un medio de captación de
víctimas potenciales sean los anuncios por palabras, aunque ese extremo
no se pueda asegurar.
Se sabe que los chicos en la adolescencia
temprana son más propensos que chicos más mayores, de hecho la media en
EE.UU. de edad de las víctimas está situada en los 17 años.
La
forma de asalto incluye por lo general penetración anal y oral, aunque
en víctimas más jóvenes a veces la agresión consiste en la estimulación
del pene de la víctima o del agresor, es decir, en una masturbación.
Comparando
las violaciones contra mujeres y contra varones se observa que estas
últimas se caracterizan por incluir más frecuentemente las “violaciones
en grupo”, es decir, varios individuos perpetran o colaboran en la
agresión, las prácticas a las que se somete a la víctima son más
variadas incluyendo penetración anal, bucal, tocamientos, introducción
de objetos analmente, uso de mordazas, cuerdas y/o similares. También
hay un mayor uso por parte del violador de armas blancas y de fuego y de
la violencia física y verbal, con lo que se deduce que las lesiones
físicas suelen ser más considerables que en el caso de las agresiones a
mujeres.
En tanto que la agresión contra chicas jóvenes
usualmente implica a un familiar o conocido los chicos son forzados más
habitualmente por extraños o figuras de autoridad en las organizaciones
de la comunidad como pueden ser las iglesias, las escuelas, los club
deportivos o los campamentos.
Los hombres que violan a chicos
tienen en su haber por término medio unas tres veces más víctimas que un
violador de chicas, (Groth, A.N. & Burgess, A.W., 1979). A este
respecto se cita el caso de un sujeto que a lo largo de un verano violó a
unos trescientos chicos con el método del autoestopista siendo detenido
sólo cuando su última víctima denunció: Los demás habían guardado
silencio y sólo se supo porque el propio agresor lo confesó.
Muchas
violaciones a varones son cometidas por sujetos que se declaran
heterosexuales en su orientación e identidad; sólo un 7% de violadores
en el estudio de Groth-Burgess (1979) se declararon homosexuales. Se ha
comprobado que los hombres que se declaran homosexuales cometen muchas
menos agresiones sexuales que los heterosexuales y, aunque los varones
homosexuales también son violados no hay evidencias de que sean una
mayor proporción que los heterosexuales, es decir, la mayoría de las
víctimas son también heterosexuales.
La violación es una traumática experiencia porque la víctima pierde
el control sobre su propio cuerpo y, como se sabe, consideramos a
nuestro cuerpo como el espacio íntimo más sagrado. En la fase más
cercana en el tiempo a la agresión los varones experimentan la
experiencia de inversión de su rol sexual que les hace plantearse su
identidad sexual, su actuación durante el ataque u otros aspectos que
pueden ser evaluados de una forma negativa y punitiva por el propio
sujeto a la luz de su propia atribución e ideas preconcebidas que
pudiera tener al respecto, en especial aquellas ligadas a la creencia
popular de la pérdida de su hombría y la posibilidad de haber provocado
al agresor merced a su supuesta homosexualidad.
Aunque estas
ideas puedan parecer peregrinas o faltas de un mínimo de base no deben
ser tomadas como algo baladí dado que se sabe que la empatía con estas
víctimas es particularmente difícil. Esto se debe a que el Síndrome de
Trauma por Violación (STV) es una variante del Trastorno por Estrés
Post-Traumático (TEPT); en general sino se ha vivido una experiencia en
la que se haya sentido peligro objetivo contra la vida, la comprensión
de un suceso traumático es difícil.
Como se sabe este tipo de
trastorno sin tratamiento persiste durante varios años, incluso toda la
vida y llega a alterar esferas importantes del funcionamiento del
sujeto.
El tratamiento es corto, 10 ó 12 sesiones en 6 meses. Se trataría de
terapias cognitivas encaminadas a mejorar sus percepciones sobre sí
mismo y combatiendo ideas negativas, argumentando que continua teniendo
la misma personalidad, que su orientación e identidad sexual no tienen
por qué haberse puesto comprometidas en modo alguno, que él no provocó
el ataque, etc. Al menos en las primeras sesiones se aconseja un estilo
más directivo por parte del terapeuta dado que es muy común la
reactancia al tratamiento y su abandono ( Baisden & Quarantelly,
1978
EN LAS PRISIONES A UN VIOLADOR O PEDOFILO,O MADRES ASESINA O VIOLADORA POR QUE TAMBIÉN LAS HAY,PAGAN CON LA MISMA MONEDA YO FUI SUBDIRECTOR DE VARIOS PENALES EN MEXICO Y ES VERDAD
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