martes, 5 de junio de 2012

LA VIOLACION TAMBIEN ES ASUNTO DE HOMBRES

 La violación es un acto sexual impuesto a una pareja que no consiente. El método de imposición a menudo es violento aunque en muchos casos se consigue por medio de amenazas, intimidaciones o abusos de posición de poder. La agresión sexual es uno de los crímenes más incomprensibles (Dynes, R.W., 1990).

 En el caso de la violación masculina ésta no es reconocida en el ámbito legal en muchos países aunque se usan términos como “sodomía forzosa” o “abuso infantil” . El caso de España es sintomático; hasta principios de los ochenta legalmente un varón, incluso un niño, no era nunca violado y, hasta los noventa, no se consideraba delito sexual las felaciones o tocamientos hechos sobre varones a no ser que fuesen menores de edad, tipificándose como un caso de estupro; figura jurídica usada para referirse a la relación sexual con una persona menor de trece años, consienta o no la víctima.

 La violación masculina es un tema tabú en una discusión pública, incluso para muchos/as simplemente no existe. A nivel popular abundan las falsas creencias al respecto, siendo más comunes precisamente entre la población masculina, así podemos oír cosas como que la violación masculina es muy rara, sólo se da en las cárceles por causas de fuerza mayor, ser violado indica que uno no sólo se lo ha merecido sino que además le ha pasado por no ser un hombre de verdad, es decir, ser un afeminado, que el violador es necesaria y exclusivamente homosexual de forma que si uno es violado automáticamente se convierte en homosexual también, y lo más importante; un hombre violado pierde su masculinidad y hombría.

Un espejo donde se reflejan perfectamente estas ideas son los relatos eróticos insertos en pornografía al uso en el mercado donde el tema de la violación masculina es tratado como un medio para castigar al hombre que se ha portado mal por algún motivo con su mujer o grupo de referencia, siendo la violación el vehículo perfecto para que él se sienta víctima y se arrepienta, de forma que la violación se convierte también en vehículo de expiación de pecados o desviaciones del sujeto. Por supuesto que cualquier consecuencia negativa se omite, y es que “se lo merecía y le hizo mucho bien”.

No es extraño que estas concepciones sumerjan en un aura de total humillación a la víctima siendo raro que las víctimas, especialmente adolescentes jóvenes, lo pongan en conocimiento de sus familias o amigos, y mucho menos a la policía. De esta forma es uno de los crímenes más ocultos que se cometen, siendo el estigma social un impedimento que recuerda a otros delitos como pudiera ser el maltrato familiar o el incesto.

 Esto hace que muchas víctimas cuando salen de la cárcel se sientan casos únicos, incomprendidos y solos y que odien llamar la atención sobre sí mismos rechazando en consecuencia cualquier tipo de ayuda o tratamiento.

Este círculo vicioso hace que no se demanden programas de tratamiento específico para ellos, que no haya iniciativas de tipo legal al respecto ni que estos delitos sean perseguidos estando así a salvo el agresor. Tanto es así que se han dado numerosos casos en los que allanadores de morada o carteristas violentos no sólo perpetran el robo sino que además violan a la víctima para evitar que éste denuncie, quedando así impunes ambos delitos. 

La mayoría de los estudios efectuados en la década de los ochenta (Porter, E., 1986) concluyen que tienen las mismas probabilidades tanto las chicas como los chicos de ser candidatos a víctimas sexuales durante su temprana adolescencia.

Sin embargo ya en la adolescencia tardía y adultos el consenso de los investigadores desaparece y generalmente se acepta que de los delitos sexuales cometidos en la comunidad al menos entre uno de cada siete o cuatro casos incluyen como víctima a un varón.

En EE.UU. una encuesta anónima efectuada por el FBI reveló que un 25.9% de los encuestados eran varones, extrapolando esto al censo de población se calculó estadísticamente que aproximadamente 12300 violaciones se cometen contra varones cada año. Se sospecha que estos datos son sólo la punta del iceberg dado que se detectó una gran reactancia a completar las encuestas o ser identificado.

Las investigaciones señalan como lugares más frecuentes para cometer la violación de adolescentes en lugares apartados o descampados y en coches, dado que muchos agresores aprovechan que sus víctimas hacen autoestop . En el caso particular de España si hemos de hacer caso a la casuística de los informativos es posible que un medio de captación de víctimas potenciales sean los anuncios por palabras, aunque ese extremo no se pueda asegurar.

Se sabe que los chicos en la adolescencia temprana son más propensos que chicos más mayores, de hecho la media en EE.UU. de edad de las víctimas está situada en los 17 años.

La forma de asalto incluye por lo general penetración anal y oral, aunque en víctimas más jóvenes a veces la agresión consiste en la estimulación del pene de la víctima o del agresor, es decir, en una masturbación.

 Comparando las violaciones contra mujeres y contra varones se observa que estas últimas se caracterizan por incluir más frecuentemente las “violaciones en grupo”, es decir, varios individuos perpetran o colaboran en la agresión, las prácticas a las que se somete a la víctima son más variadas incluyendo penetración anal, bucal, tocamientos, introducción de objetos analmente, uso de mordazas, cuerdas y/o similares. También hay un mayor uso por parte del violador de armas blancas y de fuego y de la violencia física y verbal, con lo que se deduce que las lesiones físicas suelen ser más considerables que en el caso de las agresiones a mujeres.

En tanto que la agresión contra chicas jóvenes usualmente implica a un familiar o conocido los chicos son forzados más habitualmente por extraños o figuras de autoridad en las organizaciones de la comunidad como pueden ser las iglesias, las escuelas, los club deportivos o los campamentos.

Los hombres que violan a chicos tienen en su haber por término medio unas tres veces más víctimas que un violador de chicas, (Groth, A.N. & Burgess, A.W., 1979). A este respecto se cita el caso de un sujeto que a lo largo de un verano violó a unos trescientos chicos con el método del autoestopista siendo detenido sólo cuando su última víctima denunció: Los demás habían guardado silencio y sólo se supo porque el propio agresor lo confesó.

Muchas violaciones a varones son cometidas por sujetos que se declaran heterosexuales en su orientación e identidad; sólo un 7% de violadores en el estudio de Groth-Burgess (1979) se declararon homosexuales. Se ha comprobado que los hombres que se declaran homosexuales cometen muchas menos agresiones sexuales que los heterosexuales y, aunque los varones homosexuales también son violados no hay evidencias de que sean una mayor proporción que los heterosexuales, es decir, la mayoría de las víctimas son también heterosexuales. 

La violación es una traumática experiencia porque la víctima pierde el control sobre su propio cuerpo y, como se sabe, consideramos a nuestro cuerpo como el espacio íntimo más sagrado. En la fase más cercana en el tiempo a la agresión los varones experimentan la experiencia de inversión de su rol sexual que les hace plantearse su identidad sexual, su actuación durante el ataque u otros aspectos que pueden ser evaluados de una forma negativa y punitiva por el propio sujeto a la luz de su propia atribución e ideas preconcebidas que pudiera tener al respecto, en especial aquellas ligadas a la creencia popular de la pérdida de su hombría y la posibilidad de haber provocado al agresor merced a su supuesta homosexualidad.

Aunque estas ideas puedan parecer peregrinas o faltas de un mínimo de base no deben ser tomadas como algo baladí dado que se sabe que la empatía con estas víctimas es particularmente difícil. Esto se debe a que el Síndrome de Trauma por Violación (STV) es una variante del Trastorno por Estrés Post-Traumático (TEPT); en general sino se ha vivido una experiencia en la que se haya sentido peligro objetivo contra la vida, la comprensión de un suceso traumático es difícil.

Como se sabe este tipo de trastorno sin tratamiento persiste durante varios años, incluso toda la vida y llega a alterar esferas importantes del funcionamiento del sujeto.

 El tratamiento es corto, 10 ó 12 sesiones en 6 meses. Se trataría de terapias cognitivas encaminadas a mejorar sus percepciones sobre sí mismo y combatiendo ideas negativas, argumentando que continua teniendo la misma personalidad, que su orientación e identidad sexual no tienen por qué haberse puesto comprometidas en modo alguno, que él no provocó el ataque, etc. Al menos en las primeras sesiones se aconseja un estilo más directivo por parte del terapeuta dado que es muy común la reactancia al tratamiento y su abandono ( Baisden & Quarantelly, 1978

 


1 comentario:

  1. EN LAS PRISIONES A UN VIOLADOR O PEDOFILO,O MADRES ASESINA O VIOLADORA POR QUE TAMBIÉN LAS HAY,PAGAN CON LA MISMA MONEDA YO FUI SUBDIRECTOR DE VARIOS PENALES EN MEXICO Y ES VERDAD

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